El Ático Seattle

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Algo de mi escritura

MINIFICCIONES

 

Los puntos y las comas

Cada acto por vivir es una grafía más en el bosquejo de nuestra historia personal.

 

Olvido

Cuantas veces había soñado con el ansiado olvido, el no sentir, el poder arrancarse de un golpe el pesar de esa ausencia y ahora no podía recordar qué era ese sueño que en el pasado tanto le había afligido.

 

Preparativos

Cuando se calza los zapatos siempre recuerda: las llaves, el paraguas, los guantes, el sombrero. Irse implica siempre más que quedarse y esto abarca a todos los demás aspectos de la vida. Pero el sueño ese de ir ligera, de no agarrarse a nada ni tener más casa que uno mismo, sigue zigzagueando ahí entre los pasos, con las llaves, el paraguas, los guantes, el sombrero y las mil pequeñas cosas imprescindibles.

 

A punto de turrón

Y nada más exacto de observar que las recetas repetidas tienen un doble filo: el de aproximarse a la perfección y el de dejar afuera el entusiasmo de la sorpresa.

 

Carrusel de los días

Pero ahí estábamos una vez más montados en ese carrusel del vértigo y la risa. Se dice que las historias que no empiezan bien tampoco tienen un buen final pero ésta tuvo desde siempre una suerte indefinida y proseguimos así día tras día, en ese sube y baja; tan sólo preocupados de la dirección del movimiento.

 

Golpe de suerte

Lo imprevisto es un revés de la suerte que saca y desvía de su trayectoria a la inercia. Se dice que tenemos suerte cuando ese revés nos es favorable y que somos desafortunados cuando va en nuestra contra pero, bien visto, el hecho mismo de mover la inercia es ya una fortuna. 

 

Olvidar es vivir

Vivir consiste en saber olvidar, en saber cómo abrir lugar para experiencias nuevas, como los niños que sólo recuerdan su presente.

 

 

 

ALGUNOS POEMAS

 

Canción de amanecer

Esta canción que en la mañana asoma

entra por el balcón al día,

notas que el viento toca en el intenso azul

abren paréntesis entre las nubes presurosas.

Y esta canción se canta sola

entre todas las cosas que la inundan

y la vierten al día,

se abre entre los puntos y las comas,

los corchetes y pausas que apenas advertidos

vemos tal vez desde el espejo

o en el agua que corre bajo el grifo

ella pone el acento a cada paso,

ella marca los gestos que imprimimos al día,

se nos entra por ojos y ventanas,

no pide entrar: está dentro, de pronto, desde siempre,

nuestros actos son música

que en una pauta incógnita

se escribe, como las nubes, con la tinta del viento.

 

Transparencia

¿A dónde se fugó mi pensamiento?

Había aquí unas cuantas palabras desperezándose entre las sábanas

y entró la luz de la mañana a borrar lo que aquí tiritaba.

Montada en cada día recorro las esquinas donde convergen estaciones veloces

que borran sus espejos como un vaho instantáneo

que apenas toca el tacto, se diluye.

¿ Pero a dónde se fueron las palabras que bailaban aquí?

Voy desnuda y el aire no me toca

ni apenas siento lo que afuera parece acontecer.

 

Mis palabras

I

Unas cuantas palabras revolcadas que trajo el vendabal

esta mañanana turbia de humedad y goteras

resbalan por la nubes a las tapias

y quedan pautando ahí notas entre las sábanas aún tibias,

ellas, mojadas, reblandecen en los bostezos ecos de auroras,

se calzan en el letargo de los pasos sonámbulos del baño a la cocina,

ellas, tiritando entre los últimos luceros que cuela la mañana,

ellas, despiertas en el silencio que la lluvia arrulla por las calles,

quedamente maúllan con voces de violines que resuenan lejanos,

brotan de entre las cosas que por ellas pensamos,

nuestras palabras en invierno no son las del verano,

pero guardan su palpitar, su sed de ser,

su cuerpo infatigable, la cauda de su luz mutante.

II

El lomo refulgente de esa palabra torva que me esquiva

( y yo acaricio) su cuerpo destellante,

su inoportuna luz que me deslumbra en mitdad de la noche

y me arrebata el sueño para encajarme en la vigilia de su ausencia

la voz de su silencio que resuena en la noche

su aullido sordo en el crujir de la madera,

ese animal esquivo que en noches y tormentas

va girando y rodando,

clavando sus aristas como un licor agraz en la garganta,

otras veces su luz de plata resbala como aceitada en la humedad de las horas

que callan y no esperan sino tan sólo el suave aliento.

III

Yo las muerdo, a mis palabras…

las parto en dos, en tres, me las bebo,

las hago burbujas y soplo en ellas,

reclino luego mi cabeza en el bombillear

de alguna enorme y cálida,

ellas me besan a veces justo a la hora de decirlas,

qué borrachera entonces de ponerlas o guardarlas;

tanto en su decir como en lo que callan

son lo que queda,

lo que refulge en el camino cuando oscurece,

el beso en que la vida estalla y alumbra sueños.

IV

Traigo estas palabras como prendas, cuando callo voy desnuda,

las pongo aquí en la mesa sobre estos frutos que la luz bruñe y yo muerdo.

Traigo estas estrellas con sus puntas afiladas

y son también palabras sueltas,

mutantes,

es mi vivir en ellas, en su silencio o en sus sonidos

que la noche adelgaza,

…de entre mi boca, de entre mis manos,

de entre mis ojos resbalan y se vuelan.

 

Tu nombre

Grabado en mí tu nombre arde en todo lo que digo,

se desliza en mi boca como un licor que aviva el paladar

y muerde en mis sentidos con afiladas letras.

Con mis pasos trazo los signos que a ti me llevan,

atravieso los cruces donde el encuentro

cifrado está, como tu nombre,

donde la lluvia lava las calles

y extiende en los jardines sus primaveras.

Mis pasos van trazando geografías que me llevan a ti

yo voy cantando esta canción

con todas mis palabras que te nombran con letras de cristal

que el viento tañe y repite incansable por las calles.

 

 

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